domingo, 17 de junio de 2012

Redención

Supuso que se refería a "invoqué" en facebook,  al contrario escribió con una ortografía muy precaria "enboque" en su lugar:

" Te enboque y me ablaste pienzo en tí siempre"

Helena leyó la frase en alto dándole sentido y corrigiendo mentalmente como creyó sería adecuado "Te invoqué y me hablaste, pienso en ti siempre"  Trabaja en un call center, en la sección de reclamos, desde ahí se mantiene conectada a facebook durante las 8 horas en que se extiende su jornada laboral  mirando vidas ajenas, viviendo historias ajenas. Entre queja y queja verifica si alguna nueva notificación se asoma por la barra azul, pero nunca son más que invitaciones a juegos estúpidos que solo logran recordarle lo inherte que es su vida social.
 Meditó nuevamente en torno la frase y en voz baja repitió "Te invoqué y me hablaste, pienso en ti siempre" Como tantas veces a Helena le dieron ganas de cerrar definitivamente su cuenta en esa página, pues claro,  ella no tenía a nadie que le escribiera en su muro ni siquiera con faltas de ortografía, no tenía a nadie que la invocara o enbocara ni mucho menos que se la embocara. Pensó entonces si acaso prefería tener a su lado a un punga, a un delincuente, a cualquiera que pudiese avergonzarla con tal de no estar sola nunca más. Y lloró, lloró con rabia porque  sabía que no podía hacerlo aún  si así lo quisiera  y garabateó al aire, y se garabateó a sí misma como no lo había hecho jamás con ninguno de los iracibles personajes que la insultaban trás  la línea culpándola de todas sus tragedias  pero ¿Qué culpa tenía ella?  !Qué culpa tengo yo!

Apagó el computador , ya era hora de irse.
Un poco más serena buscó entre sus cosas la tarjeta Bip, luego de un rato de trajinar en todos los bolsillos y asumir que definitivamente la había perdido,  imaginó lo que haría para devolverse a su casa. No tenía problema en no pagar , pediría permiso y avanzaría rauda hacia el final de la micro, sin embargo decidió por primera vez en todo el tiempo que llevaba trabajando ahí que simplemente caminaría . La verdad es que no eran muchas cuadras a lo más cinco estaciones de metro. Helena se abrigó y salió a la calle , a poco andar una frase volvió a atormentarla  pero ya había llorado suficiente en la tarde por eso esta vez contuvo el desborde  y la enfrentó ...   y entonces creo que entendió, pues  lentamente comenzó a levantar el rostro tan alto como pudo y miró a la gente a la cara y no se avergonzó y pasó las cinco estaciones y siguió sin destino pues sabía que con cada paso la noche la absolvía. 

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